domingo, 21 de diciembre de 2008

Uruguay y sus cárceles; un espejo de la sociedad

La situación de extrema tensión que se vive en las cárceles uruguayas es un problema que se arrastra desde mucho tiempo atrás pero que hoy está llegando a su punto crítico.
En varias oportunidades se han producido amotinamientos que han puesto en jaque a las autoridades de los establecimientos carcelarios. Cuando se producen estos hechos, siempre se filtra tímidamente alguna información acerca de la realidad, pero a la vez inmediatamente de transcurrido los hechos todo se desvanece.
Esta problemática involucra a la sociedad entera y al sistema en general dado que está engendrado por el mismo.
Pero cualquiera de los aspectos más críticos de nuestra sociedad que se pretenda abordar, pasa por el encarar de frente las causas que lo provocan.
Una mirada transversal permite encontrar algo que es común para todas las problemáticas que se producen y es la pobreza.
Pero todavía una buena parte de la sociedad uruguaya vive negando esta realidad, encerrados en sus propias burbujas se han vuelto ciegos.
Los políticos solo atinan hacer declaraciones que tienen por objetivo la mayor de las veces el enviar mensajes tranquilizadores a la población.
Es entonces que una y otra vez se habla de la necesidad de construir más y más cárceles. Y bueno, ahora se suman los dichos de Eleuterio Huidobro haciendo un llamado para que la sociedad se arme para combatir la delincuencia¡¡ una verdadera transmutación de “basta ya de dialogar hay que armarse pa’ luchar”.
Resulta evidente que la solución no está en el perfeccionamiento de la represión si no en el cuestionamiento profundo del modelo de sociedad en el que vivimos.
Citamos un breve pasaje de “Vigilar y Castigar” de Foucault a fin de aportar elementos para la reflexión en torno a este tema.

“Los castigos en general y la prisión corresponden a una tecnología política del cuerpo. Se han producido en el mundo rebeliones de presos.
En su desarrollo había algo paradójico: eran contra toda una miseria física que data de más de un siglo (frío, hacinamiento, falta de aire, hambre, golpes), pero también contra las prisiones modelo, contra los tranquilizantes, contra el aislamiento, contra el servicio médico o educativo.
Era realmente de los cuerpos y de las cosas materiales de lo que se trataba en todos esos movimientos, del mismo modo que se trata de ello en los innumerables discursos que la prisión ha producido desde los comienzos del S XIX. Una rebelión a nivel de los cuerpos, contra el cuerpo mismo de la prisión.
Lo que estaba en juego era la materialidad de la prisión, en la medida en que es instrumento y vector de poder; era toda esa tecnología del poder sobre el cuerpo, que la tecnología del “alma” –la de los educadores, de los psicólogos y de los psiquiatras no consigue ni enmascarar ni compensar, por la razón de que no es sino uno de sus instrumentos.

Ahora veamos cuál es la realidad hoy en las cárceles uruguayas y como viven los cuerpos el sometimiento al poder, a fin de entender del porque se producen los amotinamientos.

Las cárceles están superpobladas y el hacinamiento se torna casi insoportable para los presos. Hay una tensión creciente debido al constante ingreso de nuevos presos. Las cifras hablan por sí solas; en 1988 habían 2.100 presos entre el año 1995 y 2005 habían 3.200, en el año 2007 se llegó a los 7.400 y se estima que para el año 2015 los presos podrían ascender a 16.000 personas. Uruguay presenta hoy una de las tasas más elevadas de presos en América Latina, superando a Colombia, Argentina y Brasil.
Se ha señalado recientemente que los estándares de hacinamiento en Uruguay son severamente críticos.
Salvo excepciones las condiciones de vida en las cárceles no han cambiado.
Falta de alimentos, agua, servicios higiénicos y atención médica, promiscuidad, drogas, violencia, mercado sexual, asesinatos, chantajes son algunos de los problemas mas frecuentes.
Hay celdas de cinco metros cuadrados donde 18 presos, cocinan, comen, duermen, hacen sus necesidades. Muchos duermen en el suelo o debajo de las camas por falta de espacio.
Hay situaciones en que 600 personas comparten un patio de 18x36, en donde caminan pechándose.
El módulo 2 de la cárcel de Canelones en donde se mantiene el encierro casi en forma permanente, pudiendo salir tan solo 1 hora semanal. A todo esto se suma que muchos reclusos cambian sexo por dinero o cuando llega un nuevo recluso primario se le chantajea a su familia cambiando seguridad por dinero.
A todo esto se debe sumar el pésimo estado de los edificios, la acumulación de basura en corredores, constituyendo esto un serio peligro de de propagación de enfermedades, falta de personal
Entrar al Comcar, al penal de Libertad o a la cárcel de Canelones es entrar al mismísimo infierno en donde, suerte de basurero humano. Allí se propagan enfermedades como el SIDA, la tuberculosis entre otras. En muchos casos se niega la atención a los detenidos. Parte del personal policial es corrupto; en el último año 2007, fueron procesados 18 policías y 12 agentes por introducir armas y drogas a los celdarios. El personal de los penitenciarios es escaso y las condiciones de trabajo son pésimas, debiendo trabajar entre aguas servidas y olores nauseabundos hasta 18 horas por día.
El Uruguay sigue violando los derechos humanos fundamentales de las personas en prisión, no cumpliendo así con las normativas a nivel internacional.
Pero no todos los presos tienen el mismo tratamiento hay privilegiados; veamos quienes son estos presos.

En el módulo 7 del Comcar está Juan Peirano Basso en un espacio que podría albergar entre 50 y 60 presos. Recordemos que Jorge Peirano Basso robó millones de dólares, dejando desamparadas a cientos de personas.
En el predio del ministerio de defensa se encuentra la Unidad penitenciaria número 8, en esta unidad se encuentran presos los violadores de los derechos humanos durante la dictadura. Esta cárcel VIP fue creada por el Poder ejecutivo. En ella se encuentra: el Goyo Álvarez, Gavazzo, Silveira, Vázquez, Ramas, Medina, Arab y Larcebeau, todos criminales de lesa humanidad.
Así la sociedad uruguaya se mira en el espejo; el mismo de los estadios de fútbol, de las escuelas, hospitales y de los barrios pobres.
En todos ellos tenemos a los cuerpos hacinados, como primera condición para el total sometimiento al poder. No hay cárceles humanas ¡
Para terminar con la delincuencia ,hay que terminar con las causas que la producen .

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